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Productividad: el parche para un problema que no existía

La falta de tiempo que nos hemos inventado

Hoy vamos a destripar la verdadera razón por la que estamos hablando de productividad y foco. 

No es hacer más cosas. 

Seguro que no, vamos. 

Tampoco es conseguir mejores resultados ni, aunque suene bien, tener más tiempo para llevar al fútbol a tus hijos. 

La verdadera razón se esconde detrás de los 5 por qués.

Al final del correo, votación para el tema de la semana que viene.

Si vas a leer esto sin estar suscrito, pásate por el botón, que es gratis:

Tu verdadera razón para leer sobre productividad (me atrevo a concluir) no es conseguir hacer 5 cosas donde antes hacías 3.

Que viene bien, no te digo que no.

Pero el origen está en otro lado.

Primero te cuento qué es eso de los 5 por qués y, después vemos La razón.

Eso de los 5 por qués se lo inventó un japonés y consiste, básicamente, en preguntar por qué hasta 5 veces.

Ojo, que no era un japo cualquiera. Fue Sakichi Toyoda.

¿Quién?

El fundador de Toyota, vamos.

Ideó esta estrategia para localizar en su fábrica de coches los orígenes reales de los problemas. Cuando se estropeaba una máquina, el motivo no era que se había fundido un fusible.

Ni por sobrecarga (1). Ni por rodamientos mal lubricados (2). Tampoco por una bomba de lubricación defectuosa (3). Que el filtro estuviera obstruido no era la raíz (4). Un mantenimiento mal hecho sí que lo era (5).

Con esto, podía encontrar respuestas que, quedándonos en la superficie, el hubiesen costado mucho tiempo y, por ende, dinero.

Pues bien, usando esa regla en lo que nos atañe, creo que llego al siguiente punto:

Queremos mejorar la productividad y el foco porque estamos j0didamente distraídos.

Piénsalo fríamente y aplícate a ti mismo la regla de los 5 por qués.

Hasta la historia moderna, a nadie le preocupaba un carajo la productividad: había tiempo para prácticamente todo.

Es en este último siglo cuando la cantidad de elementos que nos distraen se han multiplicado de forma exponencial y tenemos el cerebro continuamente bombardeado. 

Estamos en el siglo de la dopamina a raudales. 

No en vano ha sido el motivo por el cual he escrito mi libro.

Estamos ante una pandemia que mantiene nuestro cerebro enganchado a una droga a la que tenemos que recurrir cada pocos minutos. A diario. Durante el resto de nuestra vida. 

Nunca jamás en la historia el ser guindo ha tenido que luchar contra tantos estímulos de satisfacción barata y eso, trae consecuencias.

Hoy, cuando quieres concentrarte o producir al máximo, es muy posible que te encuentres con problemas de este estilo: 

Te distraes constantemente.

Tienes pocas ganas o motivación para hacerlo.

Procrastinas demasiado.

Picoteas de una tarea a otra.

Eliges las tareas sencillas y, las complejas, pasan a otro día. 

Aquí, hoy, te voy a decir lo que ya sabes: 

Elimina los estímulos externos siempre que tengas que trabajar: móvil, acceso a periódicos, revisión constante de mail, televisión… Puedes programar tiempos límite o capar aplicaciones durante ciertas horas al día para evitar la tentación de abrirlas.

Antes de producir, dedica 5 minutos a respirar, enfocando la mente solamente en ti (respiración, posición…). Cálmate.

Cada 25-45 minutos, programa una pausa para oxigenar y vuelve al lío. La concentración tiene un límite y no saber encontrarlo puede conllevar que acabes perdiendo más tiempo después.

Es como el efecto rebote de una dieta muuuy restrictiva.

Pero esto es un tema bastante más profundo.

Es necesario mitigar la adicción que tenemos.

Para ello, te traigo dos soluciones:

Chao!

P.D: reenvíale el correo a quien le pueda venir bien.
P.D.2: cada vez que escribo eso de “mi libro”, me quedo bien a gusto, he de confesar.

Qué esperar del contenido del sábado:

  1. Redefiniendo “Productividad”

  2. La psicología de la atención y cómo superar las distracciones

  3. Herramientas y metodologías para organizar tu tiempo y conseguir el doble de resultados (y vivir mejor).

  4. ¿Exceso de productividad? Evaluación sobre hasta qué punto hay que exprimir la naranja.

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