Los caminos de la fuerza

¡Ojo! El contenido incluye enseñanzas de Yoda

El otro día estuve hablando con una amiga y me preguntó lo siguiente:

¿Cómo eres capaz de escribir todos los días?

Al principio, no supe qué contestarla y, de hecho, no recuerdo haberle dado una respuesta que realmente satisficiera su curiosidad.

Hoy, cuando me he puesto delante del ordenador para ver qué escribía, he encontrado la respuesta:

Porque estoy obligado.

Mira, hoy no tenía ni puñetera idea de lo que iba a decir. La gente que escribe o que compone canciones habla de lo duro que es enfrentarse a un papel en blanco.

Ese momento en el que tienes tantas opciones, tantos caminos por explorar y tantas ideas que pueden surgir que, al final, no surge nada.

Cada vez que me siento a escribir veo ese papel en blanco.

Bueno, peor. Veo lo siguiente:

Click here to start to writing

YA SÉ DÓNDE TENGO QUE PINCHAR, LOCO.

La cosa es que, después de pinchar, hay que escribir.

Y hoy, en ese rato en el que intercalo las miradas a la pantalla con los cotilleos furtivos al parque se ve desde mi ventana, he llegado a la conclusión de por qué puedo escribir todos los días.

Me obligué a hacerlo y no hay otro camino.

Cuando dedicas el tiempo y la voluntad suficiente a algo, acabas encontrando la solución. De primeras, mi cerebro racional ve el papel en blanco otro día más y ya encuentra rápido el discurso:

Qué vas a contar hoy.

Llevas dos días sin nada interesante, no sé que escribir.

Eso que estás pensando no sirve para nada.

Ese tipo de cosas, ya sabes.

Pues, al final de todo ese humo, es cuando llega la luz. Se enciende el otro cerebro, el creativo, el que da las soluciones de verdad. Y, en ese momento, comienza la redacción.

Es aquí donde hay que dar rienda suelta y ver a dónde lleva el chorro de luz. Ya habrá tiempo de juzgar o de valorar si sirve o no.

La cuestión, y a donde quiero llegar, es que muchas veces no nos damos el suficiente tiempo para lograr lo que queremos. Pretendemos conseguir las cosas al momento, sin esfuerzo, sin empeño y, antes de lograr el resultado, nos rendimos.

Este es un pequeño ejemplo de cómo la voluntad, al final, hace que sigamos avanzando.

No he conseguido mis objetivos mayores. No gano un sólo euro con este mail de hoy (salvo que compres mi libro en preventa 😉 ) pero he dado un paso más. He seguido fiel al camino que he marcado y sigo construyendo una imagen de mí de alguien que no se falla a sí mismo.

No sé qué es lo que te pica a ti en la vida. Pero sí sé una cosa.

Como dijo una vez un sabio llamado Yoda:

Hazlo, o no lo hagas. Pero no lo intentes.

Nos vemos en la próxima reflexión.

O no.

P.D: puedes reenviar este mail al amigo que pienses que le va a venir bien.

P.D.2: último día de preventa. No te digo más