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Me he encontrado al equipo de Robe Iniesta
Y me han dado una gran lección
Queridos, hoy me he encontrado en el desayuno del hotel al equipo de producción de Robe Iniesta, el antiguo cantante del grupo de Extremoduro.
Y me han dado una gran lección.
Os pongo en contexto.
He utilizado mis herramientas de escritor y alma libre para venirme a pasar unos días a Las Palmas, desde donde os escribo.
Por primera vez en mis últimas 4 visitas, estamos disfrutando del clima que uno espera cuando viene a estas islas paradisíacas. Tenemos un sol radiante y un cielo despejado.
Con las regalías que he generado con la venta de mi último libro (nótese el sarcasmo), hemos venido a pasar unos días a un hotel a que nos traten como los reyes que somos. Y en el primer desayuno de nuestro viaje, hemos tenido la gran suerte de encontrarnos con lo siguiente.
Catorce hombretones de más de 40 años con pintas de viejos músicos rockeros.
Separados en mesas de tres o cuatro personas y haciendo suyo el desayuno, con toda la discreción y buen hacer que estaban siendo capaces de llevar a cabo.
Entre chismorreos, insultos y risas, han empezado a aflorar anécdotas de la noche anterior y, del grupo de los más mayores, han empezado a salir jugarretas en las habitaciones y toallas de sus compañeros.
Exactamente lo mismo que hacíamos con 14 años.
Pero con cincuenta y cinco.
Y qué gusto me ha dado ver que, por necesidad y por imperiosidad de la naturaleza, somos y seguiremos siendo tontacos toda la vida.
Porque desde que uno es chaval, va asumiendo que, según se vaya haciendo más mayor, las ganas de hacer el cap**llo van disminuyendo.
Y la realidad es que no.
Es el entorno y el ambiente el que te va coartando y te va metiendo por un redil de cordialidad, respeto y buenismo que te impiden llenarle la mano de espuma de afeitar a tu compañero de habitación y hacerle cosquillas en la cara.
Evidentemente, habrá lugares donde no corresponda, pero te voy a decir una cosa.
NO dejes pasar esos momentos de libertad, donde vuelves a ser un chaval y donde los gritos o enfados de la persona de enfrente, lejos de asustarte, te hacen más gracia todavía.
Como sábado que es hoy, y con la recomendación del vino en mis posdatas, hago un pequeño tributo al gamberrismo y al ser más natural.
Ahora que no tengo compañero de despacho y no puedo arrepentirme de lo que estoy diciendo… dedica el fin de semana a urdir un plan maléfico y disfruta del espectáculo el lunes.
Nos vemos en la próxima reflexión.
O no.
P.D: sigue estando disponible el precio de preventa en el momento de mi escritura. Échale un vistazo que se te pasa el plazo.
P.D.2: el vinito de la semana, por aquí.
P.D.3: no he podido ir al concierto de Robe y es algo que nunca sienta bien, he de confesar.