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Reflexiones de un hombre libre. Día 8.
Scroll infinito
¿Empezamos hoy con una pregunta?
Con otra, porque esta te la has comido ya🙂
¿Sabrías decirme cómo se llama la droga más extendida hoy en día?
1…
…2…
…3!
Scroll infinito.
Seguramente hayas pensado en cosas como el alcohol o el tabaco que, desde luego, son drogas de élite, pero ninguna como el scroll infinito.
¿Sabes lo que es?
El scroll infinito lo puedes encontrar en cualquier app del móvil o página web importante y, básicamente, es un hackeo a tu cerebro. Te lo explico brevemente.
El scroll infinito consiste en que siempre haya más contenido si sigues deslizando la pantalla con el dedo. Si estás en Instagram, siempre vas a encontrar un vídeo o una publicación a continuación. Si estás en un periódico, siempre aparecerán noticias por debajo.
El truco está en que el tiempo entre un contenido y el siguiente es 0,0. Es instantáneo. Y eso es lo que nos deja fuera de combate.
Voy a intentar resumirte el ciclo de una forma breve en Reels, por ejemplo:
Abres IG y vas al apartado de Reels.
Ves un vídeo que está sugerido especialmente para ti, que IG sabe que te llama la atención.
A tu cerebro le gusta. Libera dopamina y te recompensa por haber visto el vídeo.
Mueves el pulgar y sale otro vídeo al instante.
Dopamina. Recompensa.
Mueves el pulgar.
Dopamina.
Mueves el pulgar
.
.
.
Se ha demostrado que esto es una trampa para el cerebro porque, en primer lugar, se está administrando dopamina a discreción y, por otro lado, hay tan poco esfuerzo en seguir y nada de tiempo entre contenido que al cerebro no le da tiempo a despistarse. Se queda pillado en bucle.
Este es el motivo por el cual puedes tirarte 20 minutos en el váter dándole carrete a los Reels y haber recorrido más de 40 metros con el pulgar.
Cosas como esta son las que están creando situaciones como las que vi hace un par de semanas en un sitio de brunchs.
Sitúese en el típico establecimiento modernito de brunch. Mucha luz natural, colores grises amarmolados, maderas y verde planta. Mesitas con sofás de diferentes calibres y la típica mesa alargada que se compartía con otra gente.
Ahí estaba yo.
Y un grupo de ingleses de ocho personas.
Puedo asegurar sin miedo a equivocarme que, 30 minutos de la hora que estuve allí, la pasaron con el teléfono sin hablar. Los ocho. A la vez. Intercalando su consumo de móvil con un bocado a la tostada de aguacate y huevo poché.
Como esto, tienes citas entre dos amantes sin hablarse, autobuses llenos de gente absorta en lo suyo, películas que no somos capaces de ver del tirón sin mirar alguna vez el teléfono, parones que necesitas hacer en tu rutinas de ejercicios para revisarlo…
¿Es por ahí por donde queremos ir?
Yo tengo claro que no y hace meses que apliqué cambios. Cambios en mi relación con el teléfono y en mi relación con mi alrededor.
Amigo, lo que cambia la vida no tiene sentido.
Hoy te dejo con los deberes de observarte en tu día. Fíjate cuántas veces interrumpes lo que estás haciendo por mirar el teléfono: conversaciones, trabajo, conducir, comer… Lo que sea.
Después, puedes pensar si era realmente necesario ese check o no.
Para mí, esto es un tema con mucha miga y, si todo va bien, te lo podré contar antes de que acabe el mes en formato libro.
Y podré llegar a una reflexión y decirte eso de: Yo he venido aquí a hablar de mi libro.
Mientras tanto, disfruta del martes.
Nos vemos en la próxima reflexión.
O no.
P.D: aprovecha a pillarte unos níscalos para cenar. Me han dicho que ya estamos de temporada.
P.D.2: si de camino te encuentras un Rolex, cógelo. No se desprecia un Rolex ni yendo a por setas.
P.D.3: si te encuentras una suscripción a la niusletter pues, también, cógela.
Qué sorpresa, eh…