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Reflexiones de un hombre libre. Día 4.
Personas vitamina
Ayer quedé a desayunar con mi coleguita Marcos.
Fui a desayunar y salí con veinte ideas de negocio y muchas tareas pendientes.
Quedar para un desayunito es una tradición que tenemos desde hace algún tiempo y que, sin duda, es un gran momento en el calendario.
A raíz de que la carga de responsabilidades y la edad han ido aumentando con el tiempo, encontré en los desayunos un paréntesis social ideal para continuar la semana. Las cervezas y los “hoy me lío” se han ido sustituyendo, poco a poco, por dos cafés con unas buenas tostadas y un “vámonos que toca currar”.
Es cierto que, de primeras, puede parecer una sustitución de mierda. No obstante, te deja una hora donde os tenéis que poner al día sin distracciones y te lanza al trabajo con un humor totalmente diferente.
Hoy, además, no tenía prisa de ningún tipo. Todo ventajas.
Volviendo al tema inicial, hoy quiero remarcar la importancia de tener personas vitamina en nuestras vidas. Una persona vitamina es un término acuñado por la psicóloga Marian Rojas Estapé que viene a ser algo como:
"Las personas vitamina son aquellos que tienen la capacidad de sacar lo mejor de ti, que te elevan, que te hacen sentir bien, que te impulsan a ser mejor. Son esas personas que, con solo verlas o hablar con ellas, te llenan de energía positiva. Te dan vitalidad, te ayudan a afrontar la vida con una mirada más optimista y te contagian su entusiasmo y alegría".
Tener gente así a tu alrededor es fundamental para tu bienestar y crecimiento. Y, si enlazamos con lo que decidí en la reflexión del primer día, tiene mucha lógica mantener y cuidar a esta gente.
Esto de las personas vitamina, pueden marcar una la diferencia abismal entre una vida feliz y una tortura china. Te cuento:
¿Cuántas veces no has estado con personas y, al separaros, te encuentras agotado o con la cabeza como un bombo?
¿Cuántas veces ves a la semana a aquella persona con la que siempre discutes y, aún así, sigues quedando con ella?
Cada vez que tenemos un encuentro con gente que está demandando amor en cualquiera de sus formas (llamadas de atención, críticas, hablar todo el rato, discutir por cualquier cosa…) nuestra energía baja a su nivel y nos vamos así a nuestra casa. ¿De verdad te compensa?
Imagínate que, cada encuentro que tengas con una persona, es revitalizador. Os reís, os contáis historias el uno al otro, divagáis sobre planes o proyectos… Qué diferente sería, ¿eh?
Pues hazlo.
Piensa fríamente quién de tu entorno te resta cada vez que le ves y, con una manita en el corazón, dile chao. Puedes tener una conversación con esa persona para intentar cambiar la dinámica y, si no conseguís encajar, lo mejor es marcharse.
Sí, ya sé que suena duro. Pero tu vida es una y son acciones que no ayudan a nadie. Ni a ti ni a la otra persona.
Además, en el trabajo ya te tocará aguantar a alguno de estos, ¿verdad? Siempre hay algún compañero al que no soportas y, aún así, hay que ponerse la careta profesional y actuar en consecuencia.
Aún así, como dejar el trabajo o decirle a tu compañero/jefe que es un calamar se puede complicar un poco, intenta sanear al máximo el resto de tu entorno. Con un entorno hostil es más que suficiente.
Yo, por h o por b, lo he hecho a lo bestia 😂
Sería bastante bonito que, mientras has estado leyendo esto, te hayas acordado de una o más personas vitamina que tienes en tu vida. Sería bastante bonito que, así de risas, le compartieras esta pequeña reflexión con un corazoncito de amor.
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Nos vemos en la próxima reflexión.
O no.