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No hace falta ser Gandhi
¿Sabes cuál es una de las etapas del crecimiento de un niño que más nerviosos pueden poner a sus papás?
Y, sobre todo, ¿sabes qué coj0nes tiene que ver eso con el propósito de vida?
Jeje.
Al lío.
Salvo que estés aquí sin estar suscrito. En ese caso, pasa por el botón antes de ir al lío:
Al final, una cosa importante y, además, la encuesta para la próxima semana.
A los 2 ó 3 años es cuando empieza esta etapa del por qué en los niños.
Da igual lo que te acabe irritando la metralleta de por qués que la criatura te lance de buena mañana.
No lo puede evitar. Es parte de su desarrollo.
Cada vez más, el pequeñajo va siendo consciente de más cosas de su alrededor y surge la necesidad de buscarle el sentido a todo eso que le rodea.
A todas las cosas que suceden.
Poco a poco, va guardando en el disco duro esa cantidad de por qués y, con el paso de los años, cada vez tiene menos curiosidad para con el entorno: ya tiene las respuestas que quería (aunque no sean verdad).
Esto va creando una bola con el paso de los años en lo que, esos niños se van haciendo mayores y van sumando acciones, van avanzando hacia una dirección preguntándose cada vez menos por qués hasta que, en un momento dado, se dan una h0stia.
Se paran y levantan la cabeza.
Y miran a su alrededor.
Y están perdidos.
Y así aparecen estas cuestiones de propósito y cosas raras que solamente nos atañen a las personas mayores.
Los niños lo tienen todo muy claro en esta vida.
¿Cómo empezar a revertir esto?
¿Te acuerdas de la técnica de los 5 por qués que te conté hace poco? Pues algo así.
Simplemente, comienza a cuestionarte las decisiones que tomas en el día a día. Averigua por qué estás haciendo lo que haces exactamente y si merece la pena seguir haciéndolo.
Si el fin de semana pasado quedaste con tus amigos del barrio y, resulta, que no te tratan bien y siempre acabas con mal cuerpo. ¿Por qué sigues viéndoles?
Si vives con tu pareja y estáis discutiendo 22 horas al día. ¿Por qué sigues con ella?
Si te levantas cada mañana con ansiedad por ir a un trabajo que apenas te da para vivir, ¿por qué sigues yendo?
A veces, no consiste en hacer grandes cosas, simplemente en encontrar un sentido a lo que estás haciendo.
Tener un propósito no consiste siempre en buscar dar algo grandilocuente a la sociedad.
Ir a trabajar y sonreírle al jefe que odias puede estar más que justificado si tu propósito es que tus hijos salgan adelante.
Por ejemplo.
Sé que te dejo con más preguntas que respuestas…
Pero no te prometí darte soluciones en estos días.
Tampoco te las voy a dar el sábado. De hecho, te voy a dejar más preguntas todavía.
Chao!
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Pero oye, unas monedillas no le vienen mal a este chaval.
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