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Los límites del pensamiento
Y cómo nos empeñamos en rascar dentro de la valla
Martes de herramientas.
Así es como está organizado en la división de la newsletter pero, para serte sincero, hoy no quiero darle tanta importancia a esto.
Sí, te dejaré algunas, pero también te diré algo que considero todavía más importante.
Al lío.
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La búsqueda del propósito es algo que nos viene de lejos.
Ya vienen los primeros grandes pensadores de la Antigua Grecia buscando dar respuesta a esto y, mira…
Cada uno encuentra la respuesta que quiere.
¿En qué consiste esto de la búsqueda de propósito?
Realmente, es bastante simple. Solamente hay que encontrar aquello en lo que nos encontremos en paz, llenos. Con la sensación de estar fluyendo.
Claro, es fácil en la teoría.
Luego, si haces una pausa en la lectura y piensas realmente qué te hace sentir eso, ¿lo sabes?
Una herramienta bastante famosa para avanzar en esto es el Ikigai.
Ikigai significa “razón de ser” y es un concepto bastante sencillo. Imagina cuatro círculos que se superponen, representando cada uno una cosa diferente: aquello que amas, en lo que eres bueno, lo que el mundo necesita y aquello por lo que te pueden pagar (o dar recompensa).
Esa sección en la que coinciden los cuatro puntos es donde surge la magia.
Abajo en la biblioteca te dejo algún enlace de un par de libros de Ikigai, por si te apetece ampliar sobre esto (busca en la biblioteca por Ikigai directamente).
Otra herramienta también bastante conocida es “La Rueda de la Vida”.
Esto es una especie de examen en diferentes áreas de tu vida en la que, tras varias preguntas para completarlo, puedes ver de una manera gráfica y de un plumazo cómo estás realmente.
Qué áreas están cogiendo más peso en tus decisiones y cuáles son las que se están quedando cojas.
Muchas veces, suelen ser justo las contrarias a las que realmente das valor.
Es una forma práctica de establecer un punto de partida y comenzar a tomar decisiones de futuro en base a lo que tú mismo quieres.
Bien.
Ahora, te voy a decir cuál es la que realmente me gusta a mí (y creo que es la más práctica de todas).
Primero, decirte que eso de ponerte a reflexionar sobre ti mismo para tomar un nuevo camino está genial.
Hasta cierto punto.
Si fuera tan sencillo, no existiría el problema que existe, ni se hubiera mantenido a lo largo de la historia.
Y, ¿sabes por qué?
Porque pensar y teorizar tiene un límite muy corto: el propio conocimiento de la persona que piensa.
Puedes pasarte una vida entera reflexionando sobre algo que, por muchas vueltas que le des, jamás llegarás a soluciones que se escapan a tu conocimiento o tu comprensión.
Puedes pasarte dos años encerrado en casa tratando de averiguar qué se te da bien. En qué eres bueno. Pero si resulta que eres un hacha haciendo malabares y nunca has hecho malabares…
¿Cómo narices vas a alcanzar la respuesta pensando en casa?
Así pues, mi consejo es tremendamente simple:
Sigue andando.
Sigue andando con dos objetivos en mente:
Elimina todo aquello que no te gusta. Que te hace sentir incómodo o que te hace, incluso, enfermar
Sigue buscando y aprendiendo cosas nuevas. Solamente el hacer e investigar te darán las respuestas que estás buscando.
Y no, lo que te llena hoy, no tiene por qué llenarte mañana.
No te aconsejo quedarte estancado en ninguna parte del camino.
Para el sábado, estoy preparando tremendo ensayo sobre este tema.
Chao!
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