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Hoy procrastiné como un campeón... y fue una victoria
La flexibilidad también es disciplina (aunque te cueste admitirlo).
Hoy he tardado tres horas en empezar a entrenar.
Tres horas enteras.
Y aquí estoy, contándotelo como si fuera una maldita victoria.
Déjame explicarte.
Tenía planeado entrenar hombro rico a las 14:00.
Subí al gimnasio decidido, pero, en lugar de empezar, me dediqué a… nada. Bueno, a todo lo que no era entrenar. Colocar cosas que no necesitaban ser colocadas. Ver vídeos que no me aportaban nada. Leer un libro en la terraza, porque, claro, eso parecía más importante que mover el culo.
¿El resultado?
Perdí gran parte del día.
Y, sin embargo, aquí estoy, por la noche, escribiéndote este correo. En mi momento de descanso merecido.
Y lo considero una victoria.
¿Por qué? Muy sencillo: hoy he ganado gracias a la flexibilidad.
Nos han vendido que la disciplina es hacerlo todo según el plan, a la hora exacta, pase lo que pase. Pero, ¿y si te digo que la disciplina también es saber cuándo dejar el plan a un lado para adaptarte a lo que el día (y tu cuerpo) te están pidiendo?
No entrené a las 14:00. Entrené a las 17:00.
No trabajé a las 16:00. Trabajé a las 20:00.
No descansé a las 21:00. Descansé a las 14:00.
La clave no está en cumplir siempre con la agenda perfecta.
La clave está en escuchar al cuerpo y reajustar cuando lo necesitas, para salvar un día que parecía perdido. Porque, al final, el objetivo no es hacer las cosas por hacerlas, sino hacerlas bien.
Así que, si un día como hoy te sientes atascado, recuerda: ser flexible no es fracasar. Es la habilidad de adaptar el juego para seguir en la partida.
Nos vemos en la próxima reflexión.
O no.
P.D: ¿Te ha pasado algo similar alguna vez? Responde al correo y cuéntame
P.D.2: También se lo puedes reenviar al colega que se flagela cuando le pasa algo así.
P.D.3: pincha aquí si eres ese colega al que le han reenviado el correo.