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Cómo dos g0rdos me enseñaron de qué va esto del pádel.
Mientras no sudaron ni una gota
Yo sé que esto del pádel es poco filosófico, pero seguro que puedes extrapolar la lección de cómo dos g0rdos me enseñaron de qué va esto del pádel.
Ya hace algunos años, cuando estaba empezando a jugar a esta droga a la que llaman deporte, acudí a Alcorcón a jugar un partido de ranking.
Un partido de ranking es como un partido de liga en el fútbol.
En este sistema, tienen separada a la gente por niveles y, cada mes, vas ascendiendo o descendiendo de categoría según tus resultados.
Bien, pues primer partido de ranking en mi vida. Juego en el último nivel.
Quiero que me visualices vigoroso y juvenil, con un par de meses jugando y con un compañero de todavía mejor ver.
Una pareja de jóvenes imparables.
Delante nuestra, aparecen dos señores que rozaban la jubilación, con unas barrigas que dejaban como conducto de ventilación el ombligo.
Te puedes imaginar nuestra cara de victoria.
Entramos los cuatro en la pista y empezamos a jugar.
Acabamos el primer set perdiendo 6-2.
Salimos sudando, locos de correr de un lado a otro y, esos dos desgraciados, no salen ni a beber agua.
Les acabamos ganando por el físico a las malas.
Já.
Nos cascaron un 6-0 y se fueron al bar a por un unos kikos, a ver si les daba la sed suficiente para beberse la cerveza que estaban esperando.
Mira, estamos a punto de acabar con la semana de la mentalidad de crecimiento y, con tanta vaina, lo mismo te piensas que me gusta perder.
Que, cuando la lío en algo o fracaso, me pongo alegre.
Ni de c0ña.
Te puedo asegurar que ese día, no solamente salí enfadado de allí, sino que acabé lléndome a la cama mosqueado por lo que había pasado.
Cómo era posible que, esas dos personas que tienen que pedir asistencia para atarse los cordones, nos hubieran dado semejante paliza.
Y cuando te estoy diciendo que los errores y los fracasos son oportunidades, no es para que te pongas contento tú tampoco.
Te tienes que enfadar, j0der.
Tienes que cabrearte tanto que le gente piense que eres un bicho raro.
Y, cuando estés muy enfadado, coge toda esa energía, ese odio y esa fuerza en analizar dónde metiste la pata. Dónde estuviste flojo. Dónde hay que trabajar para no perder la próxima vez.
No ha habido mejores alicientes para mejorar, para practicar o para esforzarse en algo que las derrotas contundentes que te hacen replanteártelo todo.
Así que, si eres de los que piensa que esto es filosofía de flores para que todo te siente bien, date de baja de la newsletter.
Y si eres de los que, aunque gane o pierda en lo que hace, no siente un caraj0 y le da igual, estás desenchufado de la vida.
Nos vemos en la próxima reflexión.
O no.
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