Estudiantes de laboratorio

Piensa en lo que hicieron tus papás

Puede ser que me acabe dedicando a hacer experimentos.

Además de por qué me flipa leerlos, al ritmo que voy contándotelos es posible que la comunidad científica se quede sin material dentro de poco.

Pero es que este viene muy al pelo para la temática de los últimos correos.

Ayer, te conté la historia de J.K. Rowling y su mentalidad de crecimiento.

Pero, ¿qué c0j0nes es mentalidad de crecimiento?

Bien, esto es un término que acuñó la psicóloga Carol Dweck, junto con el término mentalidad fija.

Te cuento cómo fue el tema:

Cogió a varios estudiantes y los separó en dos grupos diferentes. A uno, les estuvo dando un continuo feedback de “inteligencia”, es decir, les estaba recordando constantemente lo listos que eran. Cuando algo lo hacían bien, ligaban ese éxito con su alta capacidad intelectual. Al otro grupo, les daba un feedback de “esfuerzo”, algo así como: “Trabajaste muy duro para conseguir esto”, “Me gusta el enfoque diferente que has sacado para resolver esto otro”.

¿Qué tuvimos al cabo del tiempo?

Cuando se presentaron una serie de ejercicios a elegir por los estudiantes, el nivel de dificultad elegido fue sumamente más elevado por el grupo del “esfuerzo” que por el grupo de los “inteligentes”.

Y no solamente eso.

A la hora de afrontar un error, había una tolerancia al fracaso extremadamente diferenciada entre un grupo y otro.

¿Cómo se come esto?

Muy fácil. Lo que se consiguió con este tipo de comunicación es reforzar al grupo del “esfuerzo” la idea de que, con trabajo y dedicación, son capaces de asumir cualquier reto. En esta filosofía de vida, un error no es más que una parada más en el camino.

Por el otro lado, el grupo de los “inteligentes” acabó aprendiendo que sus habilidades eran innatas, que sus capacidades llegaban hasta donde su ser podía llegar y, cuando se topaban con un error, lo asumían como una incapacidad propia de poder resolverlo por quedar fuera de su alcance. Esto les causa una gran frustración cuando no son capaces de resolver algo relativamente rápido.

A estas alturas de la vida, ya eres mayorcito para echar la vista atrás y ver si tuviste un tipo de refuerzos u otros.

No pasa nada, porque aún no es tarde.

Te va a llevar algo más de tiempo, pero todavía se puede cambiar ese autoconcepto y forma de relacionarse con el error.

También puedes cambiar la forma que tienes de relacionarte con tus hijos, si ya los tienes, o aplicar este enfoque si te interesa cuando los tengas. Ya sabes que los chavales no suelen llevar muy bien eso de equivocarse o no salirse con la suya.

También puedes reducirles el tiempo de exposición a la televisión, móvil y videojuegos. Tampoco viene muy bien para un desarrollo sano de las expectativas y la gestión emocional.

Nos vemos en la próxima reflexión.

O no.

P.D: puedes reenviarle el mail a aquel amigo que creas que le puede venir bien.

P.D.2: si te quedas con ganas de comentar algo, solamente tienes que darle a responder y contarme lo que quieras.