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El Imperio Romano y la vida profesional (II)

“Divide y vencerás” no es solamente una frase guapa para tatuársela en latín. 

Es toda una estrategia de Imperio.

Las dimensiones que alcanzó el Imperio son totalmente demenciales y, conseguir mantener todo en orden y bajo control no fue tarea fácil. 

No sería justo reducirlo todo a una sola frase, pero la forma que tenían de organizarlo puede venirte bien para aprender a dirigir a tu equipo y a vivir mejor. 

Tras conquistar un nuevo territorio, tienes varias opciones para subyugarlo: dejas el mismo gobierno tras jurarte lealtad, aniquilas todo lo que había y dependen de ti o pones a alguien de confianza que gobierne libremente, pero a bajo tu paraguas. 

Los romanos acabaron aprendiendo que la tercera era la más útil.

Eligen al gobernador de las tierras para que las haga crecer y prosperar de forma libre, manteniéndose siempre a las órdenes de Roma. Van enviando a los jóvenes más prometedores de la ciudad a “hacer carrera” como gobernadores de otros territorios antes de acabar su vida política y militar en la gran urbe.

En la empresa, puede pasar lo mismo… o todo lo contrario. 

Muchos negocios se van a la mi€rda porque el CEO quiere controlarlo todo personalmente, desde la campaña de marketing hasta el café de la oficina. Y claro, así no hay forma de crecer.

A Roma le funcionaba de maravilla: cada provincia tenía a su propio “general” que respondía al conjunto, pero no había un único tipo revisando cada pergamino. Se repartía la faena para que todo fuera más ágil y, de paso, fortalecer la lealtad de las legiones.

Traducido a tu negocio: delegar no es lavarte las manos. 

Es dar la oportunidad a cada parte del equipo para que se organice mejor y tome decisiones propias. Nada de ser el controlador de cada paso, porque eso, además de agotarte, impide a tu gente aportar lo mejor de sí.

Así que piensa: ¿qué cosas podrías dividir (y delegar) en tu empresa para ganar en velocidad y eficiencia? Los romanos lo tenían claro, porque querían dominar un territorio enorme y sabían que, si no se organizaban, acababan pagándolo caro.

Nos vemos en la próxima reflexión.

O no.

P.D.: Mañana toca el tema de los acueductos romanos y por qué invertir en “infraestructuras invisibles” puede ser la jugada más inteligente que hagas.