El friki de Les Mills

Maldita sea aquella persona que se pasa la vida desafiándote y poniéndote en duda todo el rato. 

Esa que disfruta de exponiendo en público que la has liado para socavar tu liderazgo.

Estamos hablando de liderar personas y eso no significa siempre que seas el jefe jerárquico de ellas propiamente dicho. Nos pasamos la vida liderando a otros a pesar de no tener cargo o de estar por debajo o al mismo nivel si hablamos de estructuras empresariales.

De hecho, hago un break para recomendarte un libro que no sé que haces que no te lo has leído ya: El líder que no tenía cargo. 

Por eso, y volviendo al tema, no encuentro mejor ejemplo en mi vida que este que te traigo a continuación: El friki de Les Mills. 

De esto hace ya 10 años aproximadamente y, te adelanto lo siguiente: me tengo que remontar tan atrás porque aprendí la lección a las mil maravillas.

Si nos remontamos a mis tiempos mozos, aquellos donde pasaba mi jornada laboral dando clases colectivas, encontramos un personaje muy reconocido en mi gimnasio: El friki de Les Mills. 

Esta persona era un apasionado de este tipo de clases colectivas. Se ponía en primera fila, justo enfrente del profe y llegaba a las clases con la coreografía aprendida antes que nosotros. 

En muchas ocasiones, aunque quede feo decirlo, mejor aprendida que nosotros.

Tanto era así que era famoso por exponer a los monitores cuando se equivocaban dando la clase: no les hacía caso, ponía caras, hacía gestos… 

Vamos, que le dejaba bien claro a todo el mundo que se había equivocado. 

El friki de Les Mills era temido y ponía mucha presión a los que iban a dar esas clases. Dando 12 clases al día es posible que, de vez en cuando, se te pire la cabeza y lo último que te apetece es ver a un gili******s haciendo aspavientos.

Y aquí llega mi aprendizaje.

En una de las clases que me tocaban a mí me acabó pasando: me equivoqué. 

Tenía que hacer A y yo hice B. 

La clase me siguió (como es lógico). Nuestro amigo, no.

En este momento, todo el mundo se enteró de que había habido un fallo y el movimiento fue el siguiente:

«Equipo, la he liado pero no pasa nada. Seguidme que lo vamos a dejar cuadradito, jajaja.»

Y desde ese día, todo cambió.

Algo ocurrió cuando admití tranquilamente que me había equivocado. Algo pasó en el cerebro de El friki de Les Mills cuando reconocí mi error, me “baje de la tarima” y, aún así, les dije que me siguieran que todo iba a acabar bien. 

Nunca más me dejó en evidencia. 

Si yo me equivocaba, él sonreía y se equivocaba conmigo. 

Y es que así es la vida en general y, por este mismo motivo, me tengo que remontar tanto tiempo atrás para encontrar una anécdota de este estilo:

No solamente no pasa nada por reconocer que te has equivocado, sino que te pone en una posición de poder y seguridad en ti mismo que te refuerza ante los demás. 

Lo que no es sostenible a largo plazo es que te equivoques, la gente lo vea y tú lo niegues o eches balones fuera. 

Te aseguro que he liderado a personas que me sacan una vida de experiencia y de conocimiento en algún ámbito en concreto y, aplicando esto sabiamente, no he tenido jamás un problema.

Espero que consigas acabar con Tu friki de Les Mills particular. 

Nos vemos en la próxima reflexión. 

O no. 

P.D. hoy se acababa el tema, pero mañana tenemos bonus track por petición. Hablamos de favoritismos… Ojito cuidao con este tema. ¿QUé opinas sobre este tema?
P.D.2: libro en la biblioteca.
P.D.3: desde aquí, le doy las gracias.