• El Efecto 1%
  • Posts
  • Cuando el “¿Cómo estás?” va en serio

Cuando el “¿Cómo estás?” va en serio

9 de cada 10 “¿Cómo estás?” en el trabajo se sueltan sin que les importe una mi€rda cómo estás en realidad.

Testado por los mejores testadores de “Cómo estás”.

Que el equipo es el pilar básico de cualquier empresa y una de las mayores responsabilidades de los líderes es algo obvio. Se está repitiendo en cada charla, conferencia, curso, post, blog, vlog, story, thread… e incluso en el mensaje que hay dentro de las galletitas de la suerte chinas.

Por ese mismo motivo, los jefes intentamos preocuparnos por cada integrante del equipo, por su situación personal y comprender por lo que está pasando para poder actuar de la mejor manera posible. 

Porque si uno se está divorciando, ¿va a estar a tope en el trabajo? Fingir que no ocurre nada no es una solución y, de hecho, puede empeorar la situación. 

¿Dónde está el problema entonces?

Que muchas veces, después del cómo estás y de saber la situación de cada uno, se nos olvida y no actuamos en consecuencia. 

O peor, hacemos algún tipo de “favor” a esa persona y se lo hacemos notar de forma explícita para remarcar lo guay que eres:

“Claro, tómate un par de días por (tema que sea). Pero que sepas que me ha costado mucho conseguir cubrirte y algún compañero va a tener que hacer horas extras”.

Vamos a ver cómo digo esto sin pasarme de la raya:

A la otra persona le da igual cuánto te haya costado. Hacer ese tipo de movimientos rompe toda la calidad humana que estás teniendo en apoyarle y te expone como un interesado.

Cuando demuestras empatía y te preocupas de corazón por lo que está viviendo, el empleado siente que trabaja junto a personas que le aprecian y no simplemente en una organización que solo valora cifras y objetivos.

Esa diferencia puede marcar la línea entre alguien que se arrastra con apatía y alguien que pone toda su energía en lo que hace.

No se trata de invadir su privacidad ni de ser su terapeuta. 

Basta con dedicar un par de minutos a preguntarle cómo va, qué necesita, en qué se puede apoyar. Que te cuente lo que te quiera contar (ten en cuenta que sigues siendo su jefe) y llega hasta donde puedas llegar.

Porque sí, a veces lo único que diferencia a un empleado que permanece y crece en la empresa de otro que se marcha sin avisar es la certeza de que es valorado como persona. 

Una palma en la espalda y un “Ya sabes que cuentas conmigo” sincero valen mucho más que cualquier discurso corporativo. 

Y si piensas que todo esto es demasiada implicación emocional, recuerda que un equipo que se siente atendido rinde más, propone mejoras con mayor libertad y no se conforma con hacer lo justo. 

Al final, cuando el “¿Cómo estás?” va en serio, todos ganan.

Nos vemos en la próxima reflexión.

O no.

P.D. responde si quieres que veamos tu caso.
P.D.2: reenvía a la persona que creas que le va a venir bien leer esto.