Cerveza de regalo

Te traigo una anécdota fresquita, capturada hoy mismo. 

Fresquita como una cerveza recién tirada. Con su espumita chorreando por un lateral del vaso. 

Está feo que te diga esto, pero es una gran lección para todos aquellos que compran o venden cosas. 

Es decir, para ti. 

La cosa comienza esta mañana, que he ido junto con mi suegro y mi mujer a hacer recados varios. 

No importa en esta historia los recados, ni los por qués, ni los nombres si quiera. Importa solamente una cosa. 

Mi suegro tiene un amigo que acaba de comprarse una cervecería madrileña y hemos estado comiendo con uno de sus gerentes. 


Este buen hombre, nos ha estado contando un poco la historia de la compra a lo que, mi suegro, luego nos ha dado las pinceladas necesarias para entender la diferencia entre hacer negocios o hacer buenos negocios. 

Paso número 1: la cervecería tiene la posibilidad de venderse y propone un precio. 

Paso número 2: este buen hombre, ofrece una cantidad tirando a la baja.

Paso número 3: los cerveceros dudan y posponen la decisión uno o dos meses. 

¿Sabes lo que acabó pasando?

La venta acabó convirtiéndose en algo obligatorio y llamaron de vuelta al comprador, aceptando su propuesta. Llegamos así al:

Paso número 4: decir que esa oferta ya no está disponible. Se lo ha pensado mejor y le tira un precio más bajo. 

Tras un par de peloteos tontos de pinpon, acaba comprando una cervecería con sus locales propios a precio de outlet.

Y esa, querido amigo, es la diferencia entre hacer negocios y hacer buenos negocios. Sin reparos ni remordimientos. Jugando con la paciencia del otro como si tuvieras un as en la manga.

Y al final, te llevas la cervecería a precio de chollo.

En los negocios (y en la vida) o pones tú las reglas o terminas bailando al son de otros.

La próxima vez que negocies algo, acuérdate de la espumita de la cerveza chorreando por el borde y pregúntate: ¿Estoy cerrando un trato o dejando que me lo cierren a mí?

Nos vemos en la próxima reflexión.

O no. 

P.D. si has pensado algo del estilo “qué cabrón”, piénsalo de nuevo. Si la última vez que te compraste un coche (por ejemplo) y le hubieras tirado una rebaja de 7.000€ y la hubiera aceptado el vendedor… ¿Te habrías echado atrás?